5/2/12

♥ "Hombre soy, nada de lo humano me es ajeno"


Últimamente he hablado de lo difícil que es relacionarnos con los demás pero poco he dicho de la soledad. A veces estamos solos porque no nos queda de otra, pero otras veces lo estamos porque así lo queremos (cuando nos sentimos a gusto estando con nosotros mismos). En esta entrada me referiré al tipo de soledad que se da cuando defiendes tus ideas y los demás te dejan solo, a veces porque simplemente no están de acuerdo con ellas, otras veces porque no defienden lo que creen con la convicción con la que tú lo haces y, muchas otras, porque saben que, como tú, estarían solos.

He aprendido mucho de la soledad necesaria -cuando no tienes otra opción- y de la soledad voluntaria, pero la más dolorosa ha sido, sin duda alguna, la necesaria, pues en ella, más que encontrarme con mis complicadas tonalidades internas, me he encontrado con las tonalidades ajenas, y eso es a lo que yo llamo "saber de más". Uno sabe mas o menos qué reacciones puede tener respecto a los hechos, personas y cosas del mundo, pero no es hasta que ve el enfrentamiento de los demás con esas mismas cosas, que descubre quiénes son en realidad esas personas que le rodean. Tengo que decir cuán importante es eso cuando se trata de familia, amigos, novios, etc.?

Cada quien tiene su modo de experimentar la vida, y lo único que podemos hacer es compartir nuestras vidas con las personas que gustemos y mandemos. No tenemos seguridad sobre lo que son, creen, piensan y sienten, pues lo único seguro es lo que sentimos respeto a ellos -seguro hasta cierto punto pues, como seres cambiantes, deberíamos asumir que lo que sentimos es cambiante también. Fuera de nosotros, no tenemos mucho poder sobre las cosas, personas, circunstancias, etc., así que lo único que nos queda es caminar unos con otros hasta que la vida nos dé oportunidad de hacerlo.

En esos andares, la vida nos presenta oportunidades de conocernos y conocer a los demás. La única constante q he encontrado es que nadie piensa y siente como yo, por lo que no puedo hacer más que ser yo y defender lo que creo y siento -siempre y cuando esto vaya de acuerdo a lo que creo digno de lo que hago de mi a cada paso que doy. No espero que los demás tengan las mismas ideas que yo, pero sí esperé -y sigo esperando hasta este día- que, por el cariño que me tienen y la importancia que dicen tengo para los demás, me acompañen incluso cuando no comprendan mis ideas. Sería lindo saber que te quieren con todas las implicaciones que tu “yo” tiene, aunque estas no sean las mismas que su “yo” tiene, porque si yo no he dudado en amar lo que no entiendo de ellos -que por ser suyo me resulta suficiente y muy digno de mi querer- porqué los demás no hacen lo mismo por mi? Agradezco su querer y su modo de sentirlo y hacérmelo saber, pero siento que, siempre que he abierto la boca para enunciar algo, además de que debo hacerlo sola sin más sostén que mi idea de que lo que defiendo es lo que creo más digno (mejor), no puedo contar con que me acompañen, no tanto por mis ideas, sino por mi, porque valgo la pena.

Tal vez todos hayan atravesado esto y me sienta el ombligo del mundo porque no cuento con las posibilidades para salir de mi cabeza lo suficiente como para enterarme de que no soy la única que ha vivido acompañada de esta idea, pero ahora que lo siento tanto, quería escribirlo. Soy blanda para defender mis ideas sola, pero soy aún más blanda cuando trato de defender a alguien más -a sabiendas de que lo hago de acuerdo a mis ideas.

No entiendo la indiferencia que se da entre la gente, y mucho menos a los que ven sufrir a un amigo y dicen “si está así es cosa suya porque yo ya le dije que no hiciera tal o cual cosa”. Duele saber que otros no dicen nada por miedo a que las consecuencias les peguen a ellos, o a que la persona ante la cual pronuncian lo que para ellos es digno de su oído -la verdad- pueda ser usado en su contra (quien es así de egoísta ¿cómo se atreve a llamarse amigo?). Me parece que cuando decidimos cerrar los ojos ante la desdicha ajena, le estamos dando la espalda al contenido humano en cada uno de nosotros. No poseemos nada más que a nosotros mismos, cargados de las posibilidades que guardamos en nuestra naturaleza humana y creo que al mostrarnos indiferentes ante las emociones ajenas, somos indiferentes ante nosotros mismos, hechos de la misma naturaleza.

Se me va la vida tratando de no dar la espalda a los demás pues, si pierdo mi humanidad ¿qué tengo, si eso es lo único que soy? Al desentenderme de los demás, me desentiendo de mi como miembro de la raza humana.

No digo que actuemos a favor de otros por caridad, pues en nosotros está contenido lo mismo que en los demás. La cosa es que a veces estamos en una posición que nos permite reconocernos como seres que pueden hacer uso de su capacidad para hacer por otros y para otros, cuando la de ellos está obstruida. Creo que debemos actuar a favor de los demás por lo que le debemos a nuestra naturaleza, porque, a falta de cheque que alcance para pagar nuestra vida y sus posibilidades, podemos entregarnos a ella, regalándole ese potencial humano del que nos dotó. Tal vez ser hijos dignos de la vida es la moneda con la que podemos pagar el precio de sentir, pensar y vivir. No sé ustedes, pero yo no quiero abusar de la bondad y gratuidad de la vida. No soportaría acaparar para mi un oxígeno a partir del cual puedo procurar la vida ajena además de la mía propia.

Y aún así, cuando defiendo todo eso, lo hago a partir de mis ideas, de mis convicciones y de lo que creo y siento, lo cual, diferente a lo de los demás, me deja en una soledad que va de la mano de "aceptar que cada cabeza es un mundo y no es sano esperar que los demás acepten, compartan o aplaudan mi forma de pensar". El abandono de un humano es doloroso, pero el de un amigo me es tan decepcionante que prefiero pensar que no es su obligación estar de acuerdo conmigo, o abrazarme aunque no tengan idea ni de media palabra que digo. Más aún, quisiera saber que mi modo de alegar y defender lo que creo beneficioso para otros -a veces porque sé que callan por falta de posibilidades y no porque no se les haya ocurrido- es efectivo y logra su cometido, pero no puedo más que tener fe en que hago lo que puedo para que cuando me llamen humana, mujer, hermana, o amiga, sepa que lo he hecho todo para ganarme el honor de ser llamada así.

Así, esto va, no para que sean entrometidos o invasivos, sino para que defiendan lo que creen aunque deban hacerlo solos. Les escribo para que sepan que, según yo, esa soledad duele pero no más que vivir la muerte (como la que, para mi, por ejemplo, es el ser indiferente a lo humano, a los que comparten mi naturaleza). Creo que deberíamos ir de la mano reconociendo la diferencia entre las ideas que cada quién tiene de vivir su vida de manera digna, pues es ese “tomarnos de las manos” el que, hablándonos de lo que sentimos los unos por los otros, nos muestra qué tan unidos podemos estar los unos con los otros ;)

Ningún hombre es una isla entera por sí mismo.
Cada hombre es una pieza del continente, una parte del todo.
Si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia.
Ninguna persona es una isla; la muerte de cualquiera me afecta, porque me encuentro unido a toda la humanidad; por eso, nunca preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti.

John Donne

10 comentarios:

Verónica dijo...

Genial el post, ninguna persona deberia estar triste cuando la vida se veo de mejor color cuando la sonreimos...

besos

bixitoluminoso dijo...

soy amiga de la soledad porque realmente nunca estoy sola. No se pq xo tngo esa rara mania de q siempre me acompaño de mi misma,

verayamor dijo...

Me dolió…


Alguna vez quise saber qué era eso que sentía cuando llegaba a casa y cerraba la puerta de mi habitación. ¿Qué era ese sentimiento que provocaba en mí el hecho de colocar una puerta entre el mundo y yo?... esa desazón. Ignorar las voces que se colocaban por la puerta y las ventanas llamándome. Taparme los oídos con excusas y fundirme en el silencio.
Pasar de largo por los cuentos y alegrías de las personas que viven a mi lado, no conocerlos más. No preguntar… solo irme desapareciendo, como el humo de una hoguera que se esparce por el aire y desaparece.


Sigo aquí, el cuerpo está presente. Pero el alma ya no les acompaña. Y cuando estamos cerca presto mis oídos un segundo, pronuncio alguna corta respuesta y me voy. ¿es eso justo? No.

Acabo de saber que es ese sentimiento, acaba de dolerme los recuerdos. Esto que escribes, es la verdad escrita en la sutileza de una bella prosa, que como un dardo “rosa” me pega en el alma, en una herida que ya estaba abierta, y vuelve a dolerme. Si, porque la verdad duele, pero luego enseña.


Entendí que más vale dar la cara y escuchar que pasar de largo ignorando a los demás. “todo tiene una razón”, nada pasa por que si, la ciudad, la familia, uno mismo.

No es una coincidencia es una bendición que a veces no sabemos valorar por encerrarnos en nuestras cosas, pero te escribo para que sepas: fue una bendición “dejarme salir” y encontrar este “rincón” de palabras que me atrapan siempre en el más bello abrazo.

Gracias.

mimiwaxman dijo...

Leer este post con la música que tienes de fondo ha sido simplemente nspirador.

Tienes un gran talento para escribir, de verdad.

PD: Gracias por pasar por el desván :)

Un beso y que la vida te sonría.

Mimí

SweetElizabeth! dijo...

wow que bella entrada, tan sentida.. la soledad mas fea es cuando no eres tu mismo para no estar solo.

Michelle Fernandez dijo...

concuerdo con vos en muchas cosas, eso me encanto de tu blog! es precioso... me gustaria mucho que si tenes tiempo visites el mio y si te gusta me sigas asi no perdemos el contacto :) michelle-fernandez.blogspot.com suerte♥

M dijo...

John Donne tiene toda la razon, en sociología aprendimos que el hombre es un ser social y que necesita del otro, y bueno aunque estemos solos con respecto a nuestras creencias y convicciones siempre de alguna manera vamos a necesitar al otro.

Daniel Camacho dijo...

la soledad nos da la mano en los momentos que mas la necesitamos...pero si estamos demasiado tiempo con ella le damos el poder de hacernos felices o tristes a su antojo...

Daniel Camacho dijo...

la soledad nos da la mano en los momentos que mas la necesitamos...pero si estamos demasiado tiempo con ella le damos el poder de hacernos felices o tristes a su antojo

Anónimo dijo...

¡Hey! A ver si ya actualizas con algo nuevo, que quiero leerte niña :)

Éste que ves, engaño colorido, que, del arte ostentando los primores,
con falsos silogismos de colores, es cauteloso engaño del sentido;
éste, en quien la lisonja ha pretendido excusar de los años los horrores,
y venciendo del tiempo los rigores, triunfar de la vejez y del olvido,
es un vano artificio del cuidado, es una flor al viento delicada,
es un resguardo inútil para el hado:
es una necia diligencia errada,
es un afán caduco y, bien mirado,
es cadáver, es polvo, es sombra, es nada
- Sor Juana Inés de la Cruz -