18/6/13

♥ A mi padre, las gracias


¿Cómo has podido dármelo todo? Suena un tanto absurdo pensándome tan insignificante frente a tu mirada, pero ya que te has tomado la molestia de darme a luz, no creo que esté de más agradecerte, no sólo eso, sino también que tengan lugar las condiciones para los afortunados accidentes que, considero, constituyen mi vida. Pero qué accidente tan lindo ha sido el de mi nacimiento, ¿tendrá tanto sentido como el que le encuentro a todos los que veo sucediendo después de ése?… ojala que sí… con ese “ojalá” no me refiero a un deseo, sino a la imposibilidad con la que coexisten mis ganas de ser lo suficientemente agradecida como para dotar de sentido cada momento de vida (de los días que me has regalado), y lo suficientemente honesta como para decirte que sé que de ello se sigue -de manera casi circunstancial- una vida provechosa y, por ello, dichosa. Esa imposibilidad que reconozco más allá de mí (fuera de mi gratitud y honestidad), no me permite prometerte más de lo que tengo, fungiendo así como el mejor de los recordatorios de que todo va más allá de mí, que hay mucho más que sólo yo, muchos regalos envueltos…

Pero ¿porqué me es posible encarnarte cada que respiro las condiciones que me posibilitan la vida?, ¿porqué no sólo me arrojaste, como creen muchos hijos que se piensan abandonados?, ¿porqué persiste tu presencia cuando me siento sola?… quizá porque me acompañas aunque no lo quisiera reconocer… te tengo más encarnado que mi voluntad, quizá por eso. 

Lamento el llanto de mis hermanos, tus hijos, pero no tanto como que seas testigo de sus esfuerzos por aminorar el potencial y valor de todo lo que nos has dispuesto… ojala las valoraciones injustas (inadecuadas) no repercutieran tanto como las que te reconocen en algún punto suyo… así, fértiles como tú…No puedo hablar por ellos, no te puedo pedir perdón por lo que dicen y hacen cuando creo que niegan el llevarte en su sola respiración, cuando ignoran la capacidad de su mirada y, al hacerlo, se niegan a reconocer tu rostro en el suyo… en fin, cuando menosprecian y descuidan tus regalos… me lastima que lo hagan, y no puedo evitar pensar que a ti también te hieren. Tampoco puedo juzgarlos porque tú sabes mucho de lo que yo desconozco o supongo erróneamente, por lo cual prefiero reconocer mi imposibilidad para hacer un juicio adecuado (justo) quitando las manos y dejando lo que no me “corresponde” en esas calurosas manos a las que, aunque mucho se niegan, poco pueden hacer por evitarlas.. las tienen encima. 

¿Para qué nos diste manos, entonces? Creo que para hacer; ello, aunque implica revolcarnos en una tierra que por ti aún puede llamarse bendita, no implica que nos las lavemos. Hemos jugado con la tierra y estamos sucios, pero no hallaremos la limpieza en nuestras manos, sino en lo que hacemos con ellas. Cuánto nos amaras que, no conforme con dárnoslas, nos has regalado los ojos y el espejo para reconocer en ellas un potencial creador … no somos tú, pero nos parecemos bastante.

No quiero ser tú, quiero ser tu hija… es una verdadera fortuna serlo efectivamente… que cómo lo sé? No lo entiendo… alguna vez nos regañaste por llamarle creencia a un saber… perdón, muy difícilmente hablaremos en tus términos… creo que lo sabes, pero no puedes evitar decirnos, avisarnos que hay algo distinto a lo que damos por sentado y que no está fuera de nuestro alcance darte y -sobre todo- darnos el beneficio de la duda. 

¿Porqué puedo reconocerte?, ¿porqué somos tan pocos?, ¿es intencional?, ¿debería dejar de sentirme culpable por no poder hacer más que oír y hacer, viéndote como muchos no han podido hacerlo?… ¿Es porque no quieren? más de una vez yo no lo quise, ¿porqué insististe?… ¿porqué te siento más que nunca cuando lloro?, ¿intentas recordarme lo que dijiste?… sé que estás conmigo pero a veces sólo necesito llorar… casi igual que necesito hacer. 

Te pido cuando no me alcanzo (basto) para hacer cuando creo que se necesita, y sólo una vez te hice una petición con sabor a exigencia. Sé que sabes lo que yo no sé hasta de mí y puedo decir que no tengo mucho qué temer. ¿Será verdad que me has regalado más que juguetes? Si acaso lo fueran, puedo decir que he tratado de acabármelos jugando a crecer, y que la inversión de estos días que te adjudico (o me adjudicas) encuentra en ello todo el sentido que necesita para perdonarse el respirar (como ambos sabemos la deuda es conmigo, no contigo)... 

¿Ha habido creación sin violencia? Tu reino, cual ave fénix, está constituido de cenizas, ¿no es así?. No es sino por los huesos y la sangre, que nos has permitido nutrir el suelo que nos respira y que, a su vez, respiramos (el suelo de la carne, del fruto, del espíritu). Pero nosotros, como tú, ¿hacemos de la muerte el estandarte de la vida?. Me parece que hacemos de ella el instrumento de caprichos que poco tienen que ver con nuestro poder de creación. ¿Entonces qué hacemos?, ¿qué creamos y para qué?. Llevamos puesta una corona en cuyas espinas reconozco mi rostro... y, sin embargo, no te veo en él.. te he reconocido en el llanto y el silencio, pero no paramos de gritar, no paramos de callarte... Aún así, siempre encuentras la manera de expresarte, siempre nos posibilitas expresarnos... si no lo hacemos es cosa nuestra, no tuya.  

¿Has predicado con el ejemplo? Creo que sí, pero muchos no y, siendo las cosas así, creo que importa poco lo que yo crea… perdón, sé que sí y, corrijo, creo que importa poco lo que yo sepa, pero ese “poco” no deja de expresar que me importa, que a alguien le importa, y mucho.

Alguna vez dijiste que no abandonarás a tus hijos, que basta con que entre ellos se halle uno que sea justo para que nos acompañes. Sólo puedo hablar por mí, por nadie más, y no quiero ser la razón por la cual nos abandones. Te doy, intervenidas, las gracias que nos han sido posibles, a ti al dar-me y dárme-las, y a mí al ser-tu hija.

*

Qué tramposo es mi amor por ti, Dios, pues, en tanto contenida de espíritu, me reconozco en ti y termino amándome yo. ¿Será porque me lo has dado todo?,¿ intento pagarte con amor? Pero qué tramposo has sido al disponerme de la capacidad de amar; así, pues,  terminas amándote tú a través de mí. 

Qué diferente se siente que, a diferencia de “otro“, reciba de ti algo más que tus enseñanzas, ¿porqué me has encarnado y, sobre todo, porqué te has encarnado en mí?, ¿porqué además de dar oído haces sonar cada canción?, ¿es que no te bastó un cuerpo para bailar tus heridas?, ¿es que no te bastó el suyo y ahora bailas en las nuestras?.

Me diste más vida de la que puedo manejar… sé que no nos amas porque quieres que te estemos agradecidos, pero ¿sabías de nuestra ingratitud?… Cuánto amor… quisiera amarte así, ¿me has dispuesto de condiciones para hacerlo?… qué importa, la que está dispuesta soy yo…

No soy una fanática (como diría un fanático jaja), pero he escrito mucho últimamente y, cual si me hubieran dicho que moriré en unas semanas, he estado arreglando "mis cosas" de modo que, cuando me alcance la muerte (en este caso la vida) esté todo -lo más y mejor que se pueda- listo. 
Dios es uno de mis destinatarios y, tomando en cuenta que mi retrato está tan barrido, me estoy aferrando a materializar-me lo más que pueda, por lo cual escribo y publico cosas q "no debería" y tengo diálogos conmigo en los que me doy explicaciones como esta xD.

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Éste que ves, engaño colorido, que, del arte ostentando los primores,
con falsos silogismos de colores, es cauteloso engaño del sentido;
éste, en quien la lisonja ha pretendido excusar de los años los horrores,
y venciendo del tiempo los rigores, triunfar de la vejez y del olvido,
es un vano artificio del cuidado, es una flor al viento delicada,
es un resguardo inútil para el hado:
es una necia diligencia errada,
es un afán caduco y, bien mirado,
es cadáver, es polvo, es sombra, es nada
- Sor Juana Inés de la Cruz -