29/10/13

Explicarnos y ya..

Algunos no quieren explicaciones, sino que pienses, digas, decidas o actúes de acuerdo a sus expectativas. 
Algunas veces, por más razones que existan y les des, no van a entenderte porque no están tratando de hacerlo, 
están ocupados tratando de convencerte, de "hacerte entender", o dedicándose a frustrarse y maldecirte.

No tenemos que justificarnos (lo que somos y hacemos) ante nadie pero sí podemos explicarnos, hacer explícito lo que ocurre en nuestra cabeza; creo que por consideración, para que lo tengan presente las personas a las que creamos que ello los afectará.
Soy una ferviente defensora de los enfrentamientos, de las confrontaciones; creo que todos tenemos derecho a exponer nuestras razones, y más si creemos que cambiarán el curso de las cosas "para bien". No voy a poner en cuestión "en beneficio de quién" o "en favor de qué" se sostienen tales razones porque creo que -sin importar las tendencias que las conducen- no está "de más" que sean puestas sobre la mesa porque quizá no estaban en el "montón" de cuestiones a considerar antes de que las dijéramos nosotros. En todo caso creo que el que las considera -entre tantas otras razones quizá independientes de las que se le presentan en el enfrentamiento- es el que habría de valorarlas y ver qué tan pertinente resultaría adecuarse a ellas o asumirlas dentro de sus decisiones.

Aún así, difícilmente podremos sostener sobre nuestros singulares hombros el curso de las cosas. A veces lo más que podemos hacer es señalar, explicarnos para que vean por un momento con nuestros ojos. Pero también es probable que no quieran ver con nuestros ojos, que su decisión no se halle determinada por lo que podamos decir (aunque no por ello vamos a desechar la posibilidad de hacerlo, de tratar). Es posible también que, habiendo considerado lo dicho, sostengan de todas formas lo que creen y desean; que estando conscientes de esas razones no les resulten lo suficientemente fuertes como para cambiar de parecer.

La gente se frustra cuando no obtiene lo que espera o quiere, y no creo q sea malo que de vez en cuando se nos nieguen las cosas para que nos enteremos de una buena vez que el "orden" de nuestra cabeza no es el único; que la vida no nos está pidiendo permisos para repartir-se.
Creo que es necesario experimentar la frustración para saber de nuestros límites; que nos enfrenten de tajo para que no nos quede más que entender, para que no nos quede más que aprender a vivir con ello.

Muchas veces podremos "convertir" las condiciones que nos limitan, en una palanca abre-puertas; y muchas otras éstas serán un muro que nos obligue a sentarnos a analizar. 
La necesidad es la madre de la creatividad, y si nos gastamos la vida nadando contra corriente en lugar de aprender a surfear las olas, lejos de poder decirnos libres tendremos que decirnos (reconocer que vivimos) condicionados, limitados -más que por cualquier otra cosa- por nosotros mismos.

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Éste que ves, engaño colorido, que, del arte ostentando los primores,
con falsos silogismos de colores, es cauteloso engaño del sentido;
éste, en quien la lisonja ha pretendido excusar de los años los horrores,
y venciendo del tiempo los rigores, triunfar de la vejez y del olvido,
es un vano artificio del cuidado, es una flor al viento delicada,
es un resguardo inútil para el hado:
es una necia diligencia errada,
es un afán caduco y, bien mirado,
es cadáver, es polvo, es sombra, es nada
- Sor Juana Inés de la Cruz -