2/11/13

Cual nota en una botella


“Te doy, Claudia, estos versos, porque tú eres su dueña.
Los he escrito sencillos para que tú los entiendas. 
Son para ti solamente, pero si a ti no te interesan,
un día se divulgarán tal vez por toda Hispanoamérica…
Y si al amor que los dictó, tú también lo desprecias,
otras soñarán con este amor que no fue para ellas.
Y tal vez verás, Claudia, que estos poemas
(escritos para conquistarte a ti) despiertan
en otras parejas enamoradas que los lean
los besos que en ti no despertó el poeta.”

—Epigramas, Ernesto Cardenal.

Pesebre de mi voz; abismo des-sintetizado en un hombre; aliento de mi vida y de mi muerte, tuyos que -por un instante, por cada instante- hablan de mí diciéndose míos. Héroe de mi cuerpo y de mi nombre [campo de guerra, remisiones constantes de tu amorío con la mar (remisión constante de un azul inconmensurable)]. Sentido del tiempo que me dice; voz del hogar que me somos; canto de silencios interpretados, santificados; sueño de la memoria. Tu garganta, tierra del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo; tus ojos, colmenas agitadas por el eco de tu boca. Objetivo de este cuerpo, uno de tantos [éste que representa con la insuficiencia a cuestas; lengua de un canto que no cesa; amante de la natalidad, de la niñez; espíritu reconociéndose en el reflejo de tu carne]. Nos siento tan ciertos como lo que no somos, tan cerca como toda posibilidad. ¿"Tanto" implica este amarte?, ¿o es por él que me parece que todo me es "tanto"? Nada "nos" es, ni nos parece nada, sino "algo". Me somos todo...

Allí en el lugar donde -a pesar de todo- sigo siendo, te eriges como la constante inconstante que da voz a mi columna. ¿Qué tejido me da a luz como tu lengua? Ninguno, aunque se encarne de ti. 
Veo en el hueco de tu mano la virginidad de mi voluntad y me reconozco -con la mirada de una madre viendo al recién nacido- detrás del espejo; el frente no dice nada, quizá me remita a uno que otro recuerdo pero nunca a mí. 
¿Dónde estoy? que me ando buscando. ¿Es que si no me llamas, no respondo? Di mi nombre, hazme olvidar la idea de procurarme un entierro; recuérdame para no olvidarme los dos.

Los elementos abrazarán este cuerpo al perecer. Lo reconocerán como encarnación de tu nombre cuando lo digan con el nombre que me diste y luego prestaste a todo aquél que me conoció. Pero ¿sabrán reconocer las cicatrices de cada resurrección? ¿Besarán las heridas aún abiertas? 
No necesitaré traer las manos manchadas de la  sangre de todas estas notas; reconocerán esa endidura ensangrentada que significaste cuando pronunció tu nombre, cuando habló como si tuviera sentido, como si, de todas nuestras cicatrices, esa nunca hubiera cerrado. 
Se devorarán las comisuras que colmaste cuando apareciste diciendo que estarías allí, violentándolas para que abandonaran mi oscuridad; cuando tu voz se vistió de todo pidiéndome que ocupara tu boca una y otra vez.
¿Me llamarán? Lo hiciste tú cuando quisiste saber de tus manos, pero ¿tomaste las mías?
¿Tu oído se aferró de mi voz cuando te pedí, cuando aprendí tu lengua para no disfrazarte de la mía?
Temo verme envuelta en un capricho de la muerte como lo fui de la vida. No quiero hundirme en un bautizo sino en el abismo que no soy, en el ocaso de mi nombre.
Que me llamen... de otra manera no podrán decir haberme reconocido.


¿Ganamos algo discutiendo?, yo sólo extrañar cada momento que se nos va en eso cuando podría quedarse acompañándonos mientras nos enamoramos. No me importa tener o no tener razón sino nuestra supervivencia, aún cuando ésta no se halle en "nosotros". ¿Ganas algo cuando me lastimas?, ¿gano algo cuando te lastimo?; no importa qué ganemos porque nos perdimos. ¿Quieres lastimarme? mírame sin ti, pero ten cuidado, podrías salir lastimado tú también. ¿Debería temer? sé que lo haré -deba o no- pero no parece que haya dolor más atemorizante que este.

Quizá me hubiera gustado que otra hubiera sido a la que le tocaran esos días, para conocerte ahora, transformado en lo que yo entiendo como un creyente... Pero fui la de ésos y soy la de estos, "los míos", los que dicen que las cosas podrían ser de otra manera pero es mejor que sean de ésta. ¿Es eso un consuelo? quizá, pero  creerlo -o incluso tener razón- no puede sustituir lo que podríamos ser. Es una lástima que el perdón tampoco pueda sustituir lo que sí fue. Entiendo y quizá perdono todo lo que hice; ojalá lo hagas tú también. 

Espero que cada consecuencia nos grite cada vez más fuerte que era "por eso" que decidimos lo que decidimos, que lo digan tan fuerte que no nos permitan ignorarlo. Ojalá todo lo que nos supera se enfrente con nosotros para que, aunque parezca insuficiente el tiempo, la voluntad y, a fin de cuentas, nosotros mismos, nos alcancen las razones para entender. Y aunque no alcance nada de eso, alcanza lo que es y lo que fue para amarnos así. No, no me hubiera gustado, nuestros días son esos..

No hay comentarios:

Éste que ves, engaño colorido, que, del arte ostentando los primores,
con falsos silogismos de colores, es cauteloso engaño del sentido;
éste, en quien la lisonja ha pretendido excusar de los años los horrores,
y venciendo del tiempo los rigores, triunfar de la vejez y del olvido,
es un vano artificio del cuidado, es una flor al viento delicada,
es un resguardo inútil para el hado:
es una necia diligencia errada,
es un afán caduco y, bien mirado,
es cadáver, es polvo, es sombra, es nada
- Sor Juana Inés de la Cruz -