30/11/14

Ojalá...



Ojalá no me desaparezcan*... para que no me busquen llamándome "estudiante", alegando que mi vida es valiosa porque la dedico a una actividad que probablemente les parezca legítima.

Preferiría desaparecer a ser objeto del examen de unos otros que me dejarían en el anonimato de suponerme prostituta, ilegal, o delincuente. Al final los significan igual: acusados, dignos de castigo (cualquiera que sea), no-dignos de la vida.

No... preferiría perderme, a encontrarme con ese montón de jueces que opinan -sin más- que tal violencia puede tener justificación.
Podría no haber normalistas, estudiantes, reporteros o presos políticos pero las detenciones ilegítimas, cadáveres, fosas y autopsias son innegables. "Andaban en malos pasos; si no, no les pasaría nada"... Ahhh, bueno, si la violencia es justificable, que nos pasen un informe después de aplicarla; así nuestro criterio corrobora y afirma la fantasía de que cagamos justicia.

Ojalá no me desaparezcan... para que no se atribuyan el derecho a hablar de mí. Para que, en su desesperación por reclamar-me, no apelen a una caracterización que busque interpelar a una sensibilidad incapaz de responder a menos que sea llamada a reconocer a un otro como un alguien con un rostro. No, si me van a pedir, que lo hagan como "algo con derecho a la vida", igual que los ausentes a manos de unos jueces que -como esos "sensibles"- deciden si intervienen violentamente en las vidas ajenas o no.

Ojalá no me desaparezcan... porque preferiría vivir como anónima, a "vivir" como mártir. Cuando hay una carne, un nombre, un rostro, un espacio articulador de discurso, hay posibilidad de intervenir en las interpretaciones que se le dan a esa carne, a ese nombre, a ese rostro, a ese espacio de creación de sí... cuando te llaman, te dicen, te significan, te hacen; vives en ellos, por ellos... aparece un sustituto.

Ojalá no me desaparezcan... usarían mi desaparición para darle a ganar fama a figuras públicas y dinero a productores de ropa y canciones supuestamente dedicadas a la difusión de mi búsqueda y al apoyo económico de mis familiares y amigos. Cuán paradójico sería que la alianza entre el Estado y el mercado nos regalara los problemas y las soluciones. Sí, somos los títeres protagonistas de sus obras, de su teatro guiñol, de sus medios de producción, de sus empresas, de sus instituciones... perdón, de nuestras instituciones y nuestras empresas, no olvidemos que somos funcionarios, trabajadores, empleados, medios de su subsistencia.

Ojalá no me desaparezcan... que no digan que soy hija, hermana, novia, amiga, alumna; que me doy en relación a funciones que puedan analogar de modo que se terminen buscando a ellos mismos o a "los suyos", los que merecen buscarse y encontrarse, según ellos. Podría ser una desconocida, una anónima, alguien a quien vieron partir a manos de otros y lo último que pudo afirmar a gritos fue su nombre, si es que había alguien.


¿Se detendrían a ver mi rostro?
¿lo guardarían en su memoria, y en fotografías y videos para otras miradas y memorias?
¿esperarían a que se hablara de mí en retrospectiva?
¿esperarían a que alguien dijera quién soy para intervenir compartiendo registros del momento de mi desaparición?
¿se quedarían ahí parados con miedo de que se los llevaran también a ellos si trataran de intervenir?

Ambos sabríamos que los perpetradores tienen a la ley de su lado, que si son funcionarios de la ley vamos a perder, que les vamos a terminar pidiendo, justificándonos a ver si nos responden...

Están solos, estamos solos; 
juntos pero solos, gritando en el desierto.
Gritando, viviendo; 
gritando que vivimos desde que aparecimos, y si es que desaparecemos...

Ojalá no me desaparezcan... que no digan que viven y mueren por el derecho a la vida de "nosotros", sino por el de todos.




* Detenciones y secuestros ilegales por cuerpos policiacos.

FOTO: Marcha del 1o de diciembre de 2014 en el D.F. 
Valla de trabajadores de la CNDH para proteger a manifestantes del cerco policiaco que los encapsuló.

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Éste que ves, engaño colorido, que, del arte ostentando los primores,
con falsos silogismos de colores, es cauteloso engaño del sentido;
éste, en quien la lisonja ha pretendido excusar de los años los horrores,
y venciendo del tiempo los rigores, triunfar de la vejez y del olvido,
es un vano artificio del cuidado, es una flor al viento delicada,
es un resguardo inútil para el hado:
es una necia diligencia errada,
es un afán caduco y, bien mirado,
es cadáver, es polvo, es sombra, es nada
- Sor Juana Inés de la Cruz -