24/9/15

Pequeña crónica de una chica clasemediera


Estaba escribiendo acerca de la escritura pero no me sentía tan inspirada como para hacerle justicia al tema. Vi un capítulo de Gossip girl en donde un personaje escribe sobre sus seres queridos y -alegando licencia artística- no los pinta muy bien que digamos. Eso me inspiró, hasta que apareció un espejo frente a mí; la relación de ese personaje con otro me asustó. Cuando alguien te describe superficialmente pero en realidad no te conoce, no importa; pero cuando te dibuja con prejuicios alguien a quien le dejaste ver quién eres... “Creí que eras el amor de mi vida y yo el de la tuya”, le dijo. 

Platiqué y me sentí mejor. Salí a buscar mi amor por la filosofía a las esquinas, en esos pequeños puestos donde las letras y las fotografías se ofrecen a los transeúntes que, si tienen suerte, podrán contemplar sus contenidos en otro tiempo, cuando la novedad que implica su publicación se haya ido. No me di cuenta hasta hoy; no busco a Aristóteles, me busco a mí, a la que se enamoró de la Filosofía que hoy quiere detener como quien se equivocó de tren. 
Aún guardo las copias de mi “Metafísica”, en donde se materializó el momento en el que decidí estudiar eso en lugar de Diseño y comunicación visual. Mi maestro contribuyó mucho, pero Aristóteles usó las palabras (que -odio reconocer- son las que dice Porrúa que él dijo, pero quién sabe). Pero si no encontré aquél amor en estos 3 últimos años, ¿cómo habría de lograrlo en una semana? Gredos hace ediciones de colección, no milagros. Prefiero desistir de mi búsqueda, a andar por la calle preguntando por él y que me vuelvan a decir que está agotado.

Nunca he renunciado al amor (he roto relaciones, no sentimientos), pero sí he desistido de mi determinación por hacer encajar algo/alguien conmigo. “Creí que eras el amor de mi vida y yo el de la tuya”. Al final no cambia nada, pero quiero creer que alguien leerá esto y -conociéndome o no- no me juzgará; quizá también, al ver esto hoy u otro día, no me sentiré tan mal como cuando sólo lo siento, sin verlo de frente.

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Éste que ves, engaño colorido, que, del arte ostentando los primores,
con falsos silogismos de colores, es cauteloso engaño del sentido;
éste, en quien la lisonja ha pretendido excusar de los años los horrores,
y venciendo del tiempo los rigores, triunfar de la vejez y del olvido,
es un vano artificio del cuidado, es una flor al viento delicada,
es un resguardo inútil para el hado:
es una necia diligencia errada,
es un afán caduco y, bien mirado,
es cadáver, es polvo, es sombra, es nada
- Sor Juana Inés de la Cruz -